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Highlights

  • El año pasado, el 18% de los estudiantes de último curso de la Universidad de Stanford se licenciaron en informática, más del doble que una década antes. En el mismo periodo, en el MIT, el porcentaje pasó del 23% al 42%. En Estados Unidos llevan años discutiendo que las humanidades están en crisis, con cifras como las que comparte Benjamin Schmidt en The Atlantic y en Twitter. Una explicación que se ajusta bastante bien a los datos, al menos en parte: que los estudiantes huyeron de las humanidades tras la crisis financiera porque se volvieron más temerosos del mercado laboral. (View Highlight)
  • Este punto de partida es compartido en muchos más países. Estudiar una carrera sigue siendo rentable en España. Excepto si estudias Humanidades, ahora mismo es mejor dejar los estudios en Bachillerato. Cinco años después de la graduación, los egresados de Artes y Humanidades tienen más desempleo, trabajan menos “de lo suyo” y sus sueldos son inferiores. Juan Luis Jiménez en Twitter y Javier Ruiz en El Blog Salmón. (View Highlight)
  • Hay quien aboga por añadir más asignaturas y enfoques de las humanidades en los planes de estudios de ciencias de la computación. “Ninguno de los decanos con los que he hablado aspira a crear, por ejemplo, un departamento de arte dentro de su facultad de informática, o uno de política, sociología o cine. Su visión no refleja la idea de que la informática pueda o deba ser un ámbito académico superior, del orden de las artes o la ingeniería”. Ian Bogost en The Atlantic (en inglés) con una conclusión que comparto (añadir humanidades a los estudios de informática e ingeniería) por una razón que encuentro cada vez menos creíble (que ser de letras te da una renovada perspectiva ética y una mejor comprensión del mundo). (View Highlight)
  • Lo que cada vez veo más en mi entorno: profesionales de mediana edad que intentan cambiar de profesión, saltando a la programación a través de los llamados bootcamps. Analía Plaza en Epe publicó una pieza que muestra algunas miserias de propuestas de ese tipo de cursos intensivos: desde usar contenidos que ya están en Youtube a prometer un salto en salarios que luego no se da. Un bootcamp no te posiciona en el mercado de los programadores estrella de las grandes tecnológicas, te ayuda a entrar en empresas menos fuertes y en posiciones básicas. Lo aconsejable, antes de elegir uno, es hablar con ex-alumnos. (View Highlight)
  • Hay una variable más en el debate, el diagnóstico de que el alcohol es “una droga muy funcional al capitalismo porque te ayuda a ahogar tus penas brevemente todas las noches por un precio barato y te permite seguir funcionando”, recogido por Hector G. Barnés en Alimente (cerrado) y Twitter. (View Highlight)
  • Creo que es un buen ejemplo de que los testimonios personales no ayudan casi nunca a entender una realidad si no se confrontan: no hay ninguna profesión en la que ser alcohólico no te empeore, te mantenga igual de productivo y le de igual a quien te contrata. El problema de los análisis “sistémicos” es que obvian las dos direcciones (los sistemas se adaptan a nuestras preferencias y naturaleza, no sólo las influyen), resultan simplistas a más no poder (son la nueva versión de la explicación cultural, las cosas en España suceden porque somos como somos) y con un poco de verbo te justifican una cosa y la contraria (mañana podemos escribir que el capitalismo nos quiere super productivos y por eso cuidamos de nuestra salud, concentración y de ahí sale lo de “nuestra mejor versión”). (View Highlight)
  • Algo a subrayar es que sin cambio de alimentación y estilo de vida, ni Ozempic ni los demás consiguen una pérdida de peso que se pueda mantener. No es poco, ver resultados pronto a los sacrificios al cambiar la dieta y hacer deporte hace mucho para que mantengamos los nuevos hábitos. Hay algo también interesante de Ozempic, hay pacientes que tomaban el fármaco para perder peso y a la vez, sin esfuerzo, dejaron de morderse las uñas, de comprar compulsivamente, de beber alcohol (View Highlight)
  • Un tribunal filipino bloqueó el cultivo de arroz dorado, el cereal modificado genéticamente y enriquecido con vitamina A destinado a combatir la ceguera infantil, explica AFP en France 24. El país fue el primero del mundo en aprobar el arroz dorado, pero grupos ecologistas, entre ellos Greenpeace, impugnaron la sentencia. Por un lado tenemos a un portavoz de Greenpeace que calificó la decisión de “victoria monumental para los agricultores filipinos”. Por otro tenmos al escritor especializado en medio ambiente Mark Lynas que en The Spectator (en inglés) recordó que la carencia de vitamina A causa cientos de miles de casos de ceguera y muerte infantil en todo el mundo, que décadas de investigación demuestran que los cultivos modificados genéticamente son seguros, y que si se toman decisiones similares en otros lugares, como Bangladesh, “el efecto potencial podría ser del orden de 100.000 muertes infantiles evitables al año”. (View Highlight)